Ejes del marxismo

EL MODELO MARXISTA

En el Siglo XIX, Karl Marx afirmo que las injusticias, violencias y desigualdades económicas y sociales se debían a la defensa y acumulación egoísta de la propiedad privada. El propónía la eliminación de la propiedad privada. Su modelo se llevó a la práctica en la segunda mitad del Siglo XX, demostrando que el remedio que él propónía  fue peor que la enfermedad. En 1989 cayó el muro de Berlín y dos años después se disolvíó la UE. En 1992, Popper explicó el colapso de la agresión marxista durante su conferencia en Sevilla. 
En su feroz pragmatismo, Marx demostró ser mucho más utópico que los ilustrados, y prueba de ello es la ambigüedad y el descalabro de todos los proyectos que el marxismo ha llevado a cabo. El marxismo se ha impuesto por la fuerza en países agrarios y atrasados como Rusia, China o Cuba, y en ellos no ha surgido una democracia proletaria, sino fortísimas dictaduras de un partido único. Marx afirmaba quela explotación capitalista era el gran pecado original de la humanidad, un pecado del que era inocente el proletario y que le conduciría a un reino de felicidad sin fin. 
Popper decía que en el Este, especialmente en la uníón soviética, el marxismo reino sin piedad, con poderes dictatoriales basados en una ideología poderosa apoyada en un arsenal de mentiras, mentiras que a su vez procedían de un grave error de interpretación, pues el capitalismo que Marx analizó nunca ha existido en la tierra. El cuadro histórico de Marx y su profecía además de ser falsos son imposibles: no se puede construir en masa para un sector decreciente de capitalistas ricos. Por lo tanto, el capitalismo como lo entendía Marx no era más que una falacia.
El comunismo aparecía siempre como una alternativa, como una solución llena de promesas. 
Tertsch y Popper aluden a la sorprendente aceptación que tuvo el marxismo entre las élites intelectuales de Europa. Los intelectuales europeos, que rápidamente reconocieron y combatieron el nazismo y el fascismo, defendieron en su mayoría durante décadas al régimen soviético y al sistema comunista en general. Por ejemplo Sartre decía que un anticomunista es un perro. Bernard Shaw elogió públicamente a Stalin y rechazaba las denuncias por los críMenes cometidos por la URSS. Thomas Mann calificó el anticomunismo como la mayor idiotez de nuestro tiempo. Y toda la inteligencia europea se tragó aquello de que quien está en contra de la URSS está con el fascismo o la opresión burguesa. 
Para los analistas se trata de un fenómeno fascinante, para la media humanidad que lo ha sufrido, ha sido una tragedia histórica de ingentes proporciones. Es fascinante porque su nacimiento y desarrollo obedece a una lógica misteriosa vinculada a una revolución heroica en la que el pueblo se rebela contra sus amos y obtiene una conquista prodigiosa: la del hombre nuevo en un mundo perfecto. Una leyenda destrozada por la propia historia y dos libros demoledores: Archipiélago Gulag y Los demonios. En los demonios, el escritor lanza una advertencia sobre las consecuencias del ingreso en el infierno comunista y aunque el comunismo siempre piensa en el paraíso en la tierra, cuando llega el momento demuestra una debilidad humillante incluso para mantener las apariencias. 
Más tarde, Tertsch mostro el mapa de la epidemia del comunismo y el inventario de sus resultados. Después de medio siglo, millones de almas y vidas rotas son la prueba irrefutable de que el Imperio soviético se había convertido en una bolsa de pobreza, mentiras y perversión política y moral. El régimen que se puso de bandera la libertad de los oprimidos y la igualdad acabó esclavizando a poblaciones enteras, fomentando más aun la desigualdad, castigando la iniciativa, alentando la traición, e imponiéndose, imponiendo la mentira al individuo como un mecanismo de supervivencia que obligaba a la complicidad con el Estado. 
Por todo lo dicho, la rebelión de la Granja estalló de verdad. Lo había predicho Orwell en Animal farm. El comunismo era la mayor empresa carcelaria de la humanidad. Pero en 1991, alemanes, los rumanos, los húngaros…los animales encerrados en granjas de trabajo se rebelaron contra el gobierno de los comunistas. Era la liberación de media Europa convertida en una granja totalitaria. 
Popper terminaba su conferencia así: la ideología marxista era quizá bastante clara, pero contradecía los hechos de la historia y de la vida social. Era una teoría absolutamente falsa y pretenciosa. La mentira se convirtió en una moneda intelectual corriente de la clase dictatorial de aquellos territorios en los que se instaló. El gran cúmulo de mentiras acabó formando un agüero negro en su interior, que reducía todo a la nada. Así la vaciedad intelectual acabó devorándose a sí misma: el marxismo murió a causa del marxismo. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *